
Una de las posibles definiciones del liderazgo podrías ser “actividad de influenciar en las personas de su equipo de trabajo para que colaboren activamente en el logro de los objetivos del grupo.
¿Y cómo?
Pues utilizando alguno de los tipos de liderazgo clásicos:
- Autoritario, donde el jefe es sólo informador, es decir, decide y demanda.
- Persuasivo, donde el jefe es vendedor, o sea, vende, convence respecto de sus decisiones.
- Consultivo, donde el jefe presenta su decisión o sus ideas y las sujeta a modificación para que el grupo pueda hacer preguntas.
- Participativo, donde el jefe da a conocer ciertos problemas, solicita sugerencias y deja que el grupo decida, desde luego, enmarcándose en algunos parámetros.
Pero ¿qué significa ser líder?
Un auténtico líder o dirigente es una persona absolutamente convencida de su causa, de su trabajo y se reconoce por ser el centro sobre el cual convergen las ideas y se agrupan las personas para conformar las organizaciones o los equipos de trabajo. El líder es como el eje de la rueda alrededor de la cual giran y se mantienen unidas, y en armonía, las organizaciones sociales y empresariales. Los líderes poseen la habilidad, la información, la lealtad, la tenacidad y la capacidad necesarias para generar, mantener o reconstruir cualquier proceso dentro de las instituciones.
El auténtico líder posee el don de ganarse el cariño y la admiración de los demás.
Hablemos un poco sobre la formación de un líder. Anualmente salen de las universidades miles de técnicos en las distintas ramas del conocimiento humano. No obstante, cada día que pasa contemplamos una sociedad más caótica y desorientada, que no encuentra la forma de salir de sus innumerables problemas, en la que predominan las malas relaciones, las crisis familiares, la violencia, las disputas por el poder, el desequilibrio social y la creciente dificultad para sobrevivir adecuadamente. ¿No será ésta una clara muestra de la falta de liderazgo armónico en nuestra sociedad actual? Podríamos preguntarnos por qué las escuelas no forman líderes sociales, empresariales y familiares. La respuesta que encontramos es que actualmente se educa para competir, para ganar y para ser el mejor, en vez de para compartir, para servir y para integrarse armónicamente en la sociedad, lo cual generaría las bases para la formación de auténticos líderes.
La formación da conocimientos y crea técnicos. La experiencia da sabiduría. Y la vida forma líderes.
La enseñanza más importante de un líder es aprender el verdadero sentido de asumir, servir y compartir. La escuela del líder es la vida misma. Así como no se puede estudiar para sabio, tampoco para líder. En escuelas, colegios y universidades se aprende la teoría y se obtienen los conocimientos básicos, pero el verdadero proceso de formación lo da la práctica y la experiencia.
Un líder se forma con el trabajo del día a día. A través de la experiencia, cada cual se desarrolla para pasar de la ignorancia a la sabiduría, para pasar del “creer” al “saber cómo” hacer algo.
Los auténticos líderes presentan una característica típica y común: todos, sin excepción, comenzaron desde pequeños a hacer los trabajos más elementales e, independientemente de si estudiaron o no una carrera, todos ellos adquirieron la experiencia y el know-how fundamental a partir de la interacción con los compañeros y con las dificultades de la empresa.
El arte del liderazgo consiste en lograr resultados sin generar resistencias ni conflictos, estrategia clave para liderar procesos de cambio y de mejora social y económica.
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